La
emisión de olores ofensivos puede generarse a partir de determinados procesos
industriales, pero también en instalaciones de tratamiento de efluentes, tanto
industriales como municipales.
En
algún caso, la construcción de una planta de tratamiento de efluentes, cuya
finalidad es solucionar un grave problema de polución, puede acarrear la
generación de un nuevo impacto ambiental: la emisión de olores desagradables.
En algunos casos esta situación repercute con más fuerza en la comunidad que la
falta de tratamiento de los efluentes.
Actualmente
debido a los cambios en la legislación ambiental, particularmente a la
obligación de establecer planes de gestión ambiental y contar con instrumentos
legales, así como por la presión de la comunidad con respecto a la percepción
de olores ofensivos o molestos, se ha movilizado tanto a las empresas como a
las autoridades sanitarias y de control en la búsqueda de soluciones eficientes
de reducción de olores y a la vez económicamente viables.
Los
residuos gaseosos han sido tradicionalmente tratados por métodos
físico-químicos, tales como: adsorción, lavado, condensación y procesos de
oxidación. Estas técnicas presentan ciertos inconvenientes, tales como
transferencia del contaminante a otra fase del sistema (sólido/líquido), altos
costos de construcción y mantenimiento, consumos importantes de energía y
reactivos químicos.
En
este sentido el tratamiento biológico representa una alternativa de
tratamiento, que si bien ha sido esporádicamente utilizada desde 1920, no ha
logrado aún establecerse como una tecnología totalmente adoptada.
Estos
tratamientos biológicos emplean una gran variedad de microorganismos ya sean
indígenas existentes en el propio relleno o inoculados con residuos
contaminados o con cultivos mixtos o puros. La flora bacteriana lleva a cabo la
degradación de las sustancias contaminantes producidas por las fuentes
emisoras, normalmente mediante procesos oxidativos.Si bien prácticamente todas
las sustancias causantes de los olores son biodegradables, al momento de elegir
un tratamiento biológico, lo importante es estudiar si la velocidad de
degradación de las sustancias contaminantes es lo suficientemente elevada como
para que el proceso resulte verdaderamente eficiente y económicamente viable.
Los
tres diseños más importantes de estos dispositivos han sido “Biofiltros”,
“Biolavadores” y “Biotrickling”; ellos difieren entre sí en la presencia o no
de soporte y de una fase móvil.
Biofiltración:
El principal componente del “Biofiltro” los constituye un medio biológico donde los compuestos
indeseables de los gases y vahos -en primera instancia- son absorbidos y
adsorbidos para poder ser degradados posteriormente por microorganismos.
El material de empaque del medio biológico filtrante es una mezcla de
materiales naturales con un área específica y espacios vacíos grandes. Un
recurso fácilmente disponible puede ser “compost maduro”, mantenido con una
humedad del 60% al 50%. El medio posee la superficie y los nutrientes
necesarios para que sobre ella se desarrolle una “biopelícula” de
microorganismos que serán los responsables de la degradación de los compuestos
indeseables en el gas. Una fracción de espacios vacíos alto favorece una baja
caída de presión del gas en la cama así como una adecuada oxigenación del filtro
y distribución del flujo de gas.
A fin de mantener buenas condiciones para el desarrollo de los
microorganismos sobre el compost, se debe saturar de humedad el gas a tratar
previo a su ingreso. Para este propósito se instala como primera etapa un
“humectador”; haciendo recircular una corriente acuosa sobre un relleno de
carbón vegetal, donde el gas a tratar se satura de humedad
Los “biofiltros” han sido aplicados con éxito en el tratamiento de malos
olores en plantas de tratamiento de aguas residuales así como en plantas de
compostaje (eliminación SH2).
También han sido igualmente exitosos en el tratamiento de compuestos
como Amoníaco, Monóxido de carbono. Acetona, Benceno, Butanol, Acetato de
butilo, Dietilamina, Disulfuro de dimetilo, Etanol, Hexano, Etilbenceno,
Butilaldehido, Metanol, Metiletilcetona, Estireno, Isopropanol, Metano,
Metilmercaptano, Mono-Di-Triclorometano, Oxido de nitrógeno. Dióxidos de
nitrógeno Pentano, Sulfuro de dimetilo Tiofenos, Tolueno, Tricloroetano,
Tetracloroetano, 2-etilhexanol y Xileno.